Por causas de las
tristes circunstancias de España en finales de los años trente, el atlas general, el ALPI (Atlas Lingüístico d la
Península Ibérica), fue interrumpido en sus progresos. Por esta razón, hubo
otros trabajos ya más adelantos como el atlas lingüístico y etnográfico de Andalucía
de Manuel Alvar, ALEA. Se inició la
primera publicación del ALEA en 1961. Este trabajo fue dirigido por Manuel
Alvar con la colaboración de Antonio Llorente y Gregorio Salvado. Es el primer
atlas propiamente regional de la geografía lingüística española. Todos 1os
atlas posteriores del dominio hispánico lo han tenido presente en muchos
aspectos. Alvar, Salvador y Llorente fueron los únicos investigadores que llevaron a cabo las encuestas para el
atlas. Encuestaron 230 localidades, lo que lo convirtió en el atlas con la red
más espesa de los hasta entonces realizados. Los materiales se publicaron en
seis volúmenes que contienen 1900 mapas.
En el ALEA se empleó un cuestionario único que comprende de 2500 preguntas, en las que se aborda de modo diferenciado el estudio
de la fonética (220 cuestiones), de la morfología, de la sintaxis (70 frases de
estructura sencilla) y del léxico (con unas 2000 preguntas organizadas en
campos conceptuales). Los estudios fueron referidos al aceite, la vid, el carboneo,
la ganadería, la alimentación, 1os sistemas de riegos y tantas otras cuestiones
entre las que destacan las dedicadas al mar, que proporcionan mapas específicos
de la oeste, antecedente de estudios futuros como el Léxico de los marineros peninsulares[1].
Más detallado, las encuestas fueron sobre, la agricultura e industrias con ella
relacionadas. II. Vegetales. Animales silvestres. Ganadería. Industrias
pecuarias. Animales domésticos. Apicultura. III. La Casa. Faenas domésticas.
Alimentación. IV. El tiempo. Topografía y naturaleza del terreno. Oficios. El
mar. V. El cuerpo humano. De la cuna a la sepultura. Creencias populares y
supersticiones. La vestimenta. Juegos y diversiones. La religión. La condición
humana. Miscelánea y adiciones a los tomos anteriores. V. Fonética y
fonología. Morfología. Sintaxis. Las ciudades andaluces donde se
realizaron los trabajos son: Huelva = H 503; Sevilla = Se 307; Córdoba = Co
402; Jaén = J 308; Cádiz = Ca 300; Málaga = Ma 406; Granada = Gr 309 y Almería
= Al 508). También se estudian otras ciudades más pequeñas Ca 102: Jerez de la
Frontera, Ca 602: Algeciras y Ma 307; Ronda.
De
acuerdo con las enseñanzas del Atlas Italo-Suizo de Jud y Jaberg, la etnografía
tiene una importancia fundamental en la obra y se
manifiesta no sólo en su orientación teórica, también en la presencia constante
de mapas etnográficos, dibujos, fotografías, 1áminas de adiciones y
notas a pie de mapa. De su aportación al conocimiento de la cultura popular[2].
Se ha utilizado, en algunos casos, a las mujeres como informantes y la inclusión
de ciudades en la red de encuesta. El
estudio del habla de 1as mujeres tenía antecedentes ilustres entre los dialectólogos.
Las mujeres fueron consideradas en la dialectología como sujetos arcaizantes. Las
mujeres conservaban una forma de hablar heredada, sin tocar por influencias
externas. En la mayoría del tiempo, usaban a los hombres en las encuestas por razón
de desigualdad. Se consideraban a las mujeres como incompetentes, se explica
que no fueron buenas informantes, en primer lugar, porque, en aquel tiempo, desconocían
la vida del campo, lo cual fue cierto en algunos casos, pero se añade que,
mientras el hombre respondía a las preguntas con el pensamiento, con 1a razón,
la mujer lo hacía con el sentimiento, y que además, se cansaban mucho antes
que el hombre. Al elegir informantes, habitualmente se emplea un solo sujeto nacido
en el lugar, lo mismo que su familia, con dentadura completa, que haya salido
poco del pueblo, preferiblemente analfabeto, de más de cincuenta años.
En
la parte de fonética, en el cuestionario del ALEA se dedica un numero considerable
de preguntas al estudio de la suerte seguida por la -s final, fenómeno de
hondas repercusiones morfológicas, ya que afecta a la formación del plural y a
la morfología verbal, y que, además, ha dado lugar a determinadas fonologizaciones
en el subsistema vocálico desconocidas en el castellano común. E1 peso dado al
estudio de este fenómeno sería desproporcionado en una realidad lingüística
como la aragonesa, la montañesa o la catalana. Por el contrario, un fenómeno
como la sonorización de oclusivas precedidas de nasal, o los resultados de los
grupos latinos de oclusiva más líquida, fundamentales dentro de la realidad
lingüística aragonesa, no tendrían demasiada importancia en Andalucía o en
Galicia.
La
fonética entre los hombres y las mujeres.
Gregorio
Salvador se encargó de la fonética masculina y fonética femenina en el habla de
Vertientes y Tarifa. Los resultados marcan el habla de las mujeres con el cuño
del arcaísmo: registran /l/ o restos de /l/ frente al yeísmo masculino;
conservación de -S final opuesta a la pérdida con abertura vocálica en los
hombres. En el mapa 1703, se documenta que, en el nordeste andaluz, la
oposición ll / y, es un rasgo
sistemático que diferencia las hablas de hombres y mujeres. Ellas van siempre
con los hablantes rurales y más conservadores. Hay distinto tratamiento de la /s/ final: en el mapa
1696, muestra que el área de la oposición fonológica de 1a abertura vocálica,
las mujeres conservan -S en J 204, Gr 200, Al 202 y en Al 203 se especifica que
las mujeres alternan la oposición de abertura con aspiración con la
conservación de -S. Ocurre igual con los mapas que documentan la /ɵ/ conservada
como -S o [Ɵ] en las mujeres, frente a la pérdida de los hombres. En zonas de
aspiración y pérdida, la terminación átona -as da soluciones palatales o
palatalizadas en una amplia geografía, mientras que 1as terminaciones-al, -ar.-
[ę] la tienen más reducida y parecen más propias de mujeres. En la zona centra1
de Andalucía, el cruce de Córdoba, Sevilla y Málaga, las mujeres llevan más
lejos y con mayor regularidad el proceso que desembocar en una e clara,
mientras que los hombres se quedan en una [ä] palatalizada: [kanä] (ellos) / [kané]
(ellas).
Ceceo/
seseo
En
el mapa 1705, que cartografía las áreas de mantenimiento de la oposición entre
/s/ y /ɵ/, es decir, las áreas de distinción y las de confusión en S (seseo) o
en z (ceceo), se puede considerar 1a situación de Málaga (Ma 406) que, en un
entorno genera1 de ceceo, sólo los hombres incultos de la ciudad y los
habitantes del campo cercano (anejos y cortijos) cecean. El resto sesea, como
corresponde a los andaluces cultos de norma sevillana, pero lo interesante es
ver que las mujeres del casco urbano se desmarcan de los hombres y se alinean
con los cultos y los semicultos. Y en Granada (Gr 309) los cultos y las mujeres
sesean, mientras que e1 resto cecea. Estos casos de Málaga y Granada en que la
mujer se adhiere al uso sevillano, prestigiado, mientras que el hombre de su
mismo estrato social cecea, como toda la zona, contrastan con el caso rura1 de
J 504, que se puede considerar "de libro": en una zona fronteriza de
ceceo, seseo y distinción, se sesea en el pueblo, el campo cecea, pero allí los
viejos y las mujeres mantienen la distinción.
En
los mapas 1876 y 1877 titulados, “Ya no
quiero”, “nada más” y “No lo haré” nunca
más, resultan que, en e1 primer mapa, frente a un entorno general en el que
se hace ná má(s), las mujeres de
Málaga y Jaén contestan nada má(s),
aunque más llamativo resulta el caso de Almería donde los hombres responden má(s) nada o má(s) ná, como en el campo, y las mujeres, nada más. Para (no lo haré)
nunca más en Málaga y Almería los hombres contestan má(s) nunca, mientras que las mujeres hacen nunca más, en un claro caso de adhesión a la norma más
"literaria", que también encuentra eco entre los cultos de Cádiz y de
Jaén, pero no en Sevilla, ni en Huelva, ni tampoco en Córdoba, porque no lo haré más nunca forma parte de los
usos comúnmente aceptados en andaluz[3].
En
lo referente a la morfología[4],
dos mapas emparentados entre sí resultan demostrativos. En e1 primero, campo y
capitales occidentales comparten un uso "dialectal" prestigiado; en
el segundo, las capitales orientales son las únicas en evitar un vulgarismo
dialectal. Se trata del mapa 1822 “Vosotros”
(pronombre personal de segunda persona, masculino, plural) y del 1823 OS, forma átona del mismo pronombre. El
mapa “Vosotros” atestigua el
resultado del proceso por el que “ustedes”
ocupa el lugar de “vosotros” en toda
la Andalucía occidental. Las capitales Huelva, Sevilla, Córdoba, Cádiz y Málaga
van afines, sin matizaciones de ningún tipo, con el campo. En el mapa siguiente,
“ustedes” corresponde con tota1
coherencia, el pronombre átono “se”,
mientras que en la Andalucía oriental, se conserva “vosotros”, las ciudades se separan del campo al rechazar sus hablantes
cultos el “sus” (Granada, Almería y
Jaén) en favor de “os”.
[1] Pilar GARCÍA MOUTON, EL ATLAS LINGÜÍSTICO Y ETNOGRÁFICO DE ANDALUCÍA.
HOMBRES Y MUJERES.
CAMPO Y CIUDAD, lKER 7, pp. 668. Referencia
por si les interesa el léxico de los
marineros peninsulares,
Alvar, Manuel. Atlas lingüístico de
los marineros peninsulares: cuestionario. Francke Verlag, 1974.
[2] Pilar GARCÍA MOUTON, EL ATLAS LINGÜÍSTICO Y ETNOGRÁFICO DE
ANDALUCÍA. HOMBRES Y MUJERES.
CAMPO Y CIUDAD, lKER 7, pp. 669.
[3] Pilar GARCÍA MOUTON, EL ATLAS LINGÜÍSTICO Y ETNOGRÁFICO DE
ANDALUCÍA. HOMBRES Y MUJERES.
CAMPO Y CIUDAD, lKER 7, pp. 673.
Muchas gracias por toda esta información. Acabo de empezar un proyecto para elaborar un atlas lingüístico de los acentos de Andalucía y toda esta información es muy útil.
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